CONSEJOS PARA LOS CATARROS EN LOS NIÑOS

  El catarro o resfriado común es la infección más frecuente en la infancia. Se trata de una infección vírica que aparece especialmente en otoño e invierno. Los niños sanos pueden tener hasta 14 infecciones al año cuando están en edad preescolar (sobre todo en el primer año de guardería). Esta frecuencia debe ir disminuyendo conforme el niño va creciendo y adquiere sus propias defensas. De hecho, los catarros son la forma más natural de “entrenar” al sistema inmunológico para que este preparado para luchar contra las infecciones a las que estamos expuestos a lo largo de nuestra vida.

¿Cuáles son los síntomas?

  En un catarro podemos encontrar mocos, tos, dolor de garganta y fiebre. En niños pequeños puede haber también vómitos y diarreas debido a que se tragan sus mocos. Invariablemente hay inapetencia y por ello una pequeña pérdida de peso que no debe preocuparnos pues se recuperará cuando ceda la infección. En cambio suelen tener bastante sed y piden agua con frecuencia.

¿Qué tratamientos hay?

  Al ser infecciones víricas no responden a los antibióticos por lo que no hay ningún tratamiento que cure la infección  ni evite las complicaciones. Si todo va bien se curan solas, cuando el virus es“derrotado” por el organismo. Los tratamientos utilizados solo alivian los síntomas.

  Hay que dar líquidos con frecuencia, para que el niño esté bien hidratado y las secreciones fluyan mejor. Por eso ofreceremos agua, zumos, biberón, caldos... sin forzar y en pequeñas cantidades.

 Dejemos que descanse y que duerma el máximo posible, procurándole un ambiente tranquilo y apacible, con una temperatura y humedad adecuadas.  Si el niño no se encuentra bien es mejor no llevarlo al colegio, pues además va a contagiar a los otros niños.

 La fiebre puede durar entre 3 y 5 días. A partir de 38 º C podemos dar un antitérmico a dosis correcta. Si tarda en hacer efecto podemos asociarlo a un baño templado. En general y salvo que el pediatra lo indique, no conviene intercalar antitérmicos diferentes pues aumenta el riesgo de efectos secundarios y toxicidad, es preferible dar uno,  el que usemos normalmente. Como ejemplo de dosificaciones tendríamos:

-APIRETAL, GELOCATIL GOTAS: 4 gotas por kg ( 0,15 ml por kg) cada  6 horas

-DALSY, JUNIFEN 2%: dosis en ml es el peso del niño entre 4,  cada 6-8 horas, según gravedad.

-TERMALGIN SOLUCIÓN, EFFERALGAN SOLUCIÓN: dosis en ml es el  peso entre 2,  cada 6 horas.

  Los mocos al principio son acuosos y luego se van haciendo más espesos hasta que desaparecen. Son beneficiosos los lavados nasales con suero fisiológico, sobre todo antes de dormir y siempre que le notemos “atascado”. Después del suero podemos usar un aspirador nasal específico para bebés. (¡Los lavados nasales no deben hacerse con el estómago lleno pues pueden provocar el vómito!)

  La tos puede durar varios días, incluso cuando el resto de los síntomas ha desaparecido, y se acentúa por la noche pues en posición tumbada los mocos llegan a la faringe y provocan la tos.  Si la tos impide el sueño el pediatra recetará un antitusivo, que no siempre es efectivo y además no es bueno intentar eliminar la tos a toda costa (sobre todo si es bien tolerada por el niño)  pues es una defensa para limpiar las vías respiratorias y evitar que las secreciones altas lleguen a los bronquios y pulmones.

  Los antibióticos solo pueden combatir las infecciones bacterianas, por lo que al tratarse el catarro de una infección vírica no están indicados como tratamiento a no ser que aparezcan complicaciones o sobreinfección bacteriana.

¿Cuándo hay que volver a consultar?

  En ocasiones lo catarros se complican, es decir, la infección se extiende dando otra infección más importante p.e. otitis, sinusitis, bronquitis…La aparición de estas complicaciones no puede ni debe evitarse utilizando antibióticos ni otros tratamientos inadecuados para el catarro común por nuestra cuenta, lo que sí es importante es estar alerta sobre los síntomas que pueden avisarnos de una posible complicación para tratarla cuanto antes. Por eso hay que volver a consultar si observa:

- Dolor o supuración de oídos

- Aumento de la dificultad respiratoria (que no cede tras el lavado y la aspiración nasal)

- Fiebre de más de 39,5 grados

- Fiebre que dura más de 4 días, o que reaparece después de estar 24 horas sin fiebre

- Tos muy intensa, que impide el sueño y que no mejora pasados unos días.

- Decaimiento y mal estado general.